Reserva de Hoteis e Pousadas em Morro de Sao Paulo

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domingo, 24 de outubro de 2010

Vacaciones en Morro de Sao Paulo Brasil Isla


Morro de Sao Paulo, es un pequeño pueblo de pescadores que se ha ido convirtiendo con el paso de los años en un lugar de mítico para muchos viajeros, no en vano cuenta con los ingredientes necesarios para atraer a gentes de todo el mundo: sus pintorescas y empinadas calles sembradas de arena flanqueadas por originales pousadas, la ausencia de vehículos a motor, un clima privilegiado, un excelente ambiente nocturno y las preciosas playas de agua cálida y transparente que reciben los curiosos nombres de ordinales en función de su cercanía al núcleo poblacional más importante. Tanto en la calle principal como en la Primeira y Segunda Praia se concentran la mayoría de las pousadas y tiendas, la Terceira Praia es más grande y menos concurrida, queda inundada cuando sube la marea. La Quarta, repleta de cálidas piscinas naturales y de gran extensión, resulta ideal para perderse, contando con apenas dos establecimientos hoteleros ofrece no obstante la posibilidad de disfrutar un paseo a caballo por la arena o subirse el singular burro taxi. Más al sur se suceden interminables arenales vírgenes como Praía do Encanto (Quinta Praia) o Garapuá cerca ya de la desembocadura del río do Inferno. Las playas más concurridas posiblemente acusen en temporada alta un exceso de visitantes, lo que supone que para muchos Morro de Sao Paulo haya perdido el encanto de antaño, en el mes agosto con las pousadas medio vacías resultó un lugar encantador. Una vez que se llega al puerto de Morro, varios lugareños provistos de una carretilla se ofrecen para transportar el equipaje de los visitantes. La enorme pendiente de las subida aconseja hacerse con los servicios de uno de ellos, que por 5 reales por bulto (pagamos 7 por dos) te acompaña por las pousadas y te pone al día sobre los precios del alojamiento de temporada. Después de visitar una agencia para hacernos una idea de los precios que se estilaban, compararlos con los que nosotros teníamos anotados y visitar tres o cuatro pousadas, recalamos en Pousada Morena, acogedor lugar con un servicio encantador situado en primera línea de la Primeira Praia. Excelente elección, cerca del pueblo, cerca también de la Segunda Praia y en primera línea de playa, pagamos 70 reales por la “diária” de un “quarto” con vistas al mar.

a pasear por las distintas playas, a tomar un poco sol y a bañarnos en las cálidas aguas de la isla de Tinharé, comimos un delicioso plato de pasta en la spaguettería Strega por 30 reales dos personas. La tarde la matamos en la animada Segunda Praia, donde los turistas predominantemente italianos se divertían ligando con las locales o jugando pachangas de fútbol o voleyplaya, allí probamos por primera vez el “açai na tilhela”, el delicioso extracto de la pulpa de una fruta del Amazonas con “múltiples” propiedades servido frío en una galleta con trozos de cereal espolvoreados por encima. Al caer la noche la actividad se centra en la calle principal, los visitantes curiosean por las tiendas de artesanía, cenan en alguno de los muchos restaurantes, para luego entonarse con las famosas y deliciosas caipifrutas. Cenamos en el restaurante Quatro Estaciones por 20 reales los dos y después de pasarnos por el Oh La La y probar las caipifrutas de Joe (7 reales) elaboradas a base de vodka y una deliciosa combinación de frutas naturales exóticas, continuamos la noche en la Segunda Praia visitando los diferentes locales y los vistosos puestos de caipifruta (5 reales) de la Segunda Praia.

El día siguiente lo dedicamos por entero a realizar la recomendadísima excursión en barco hasta la Isla de Boipeba (75 reales dos personas tras regateo) Excelente paseo que ocupa todo el día y que vale mucho más de lo pagado. Salimos a las 9,30 de la Terceira Praia en una lancha neumática semirígida provista de dos potentes motores hacía el sur recorriendo el espectacular litoral de la Ilha de Tinharé camino de la Ilha de Boipeba. Muchos comparan Boipeba al Morro de Sao Paulo de hace décadas, un lugar de playas idílicas flanqueadas por hermosas palmeras que penas cuenta con un puñado de pousadas dispersas. Es sin duda el destino ideal de aquellos que quieran pasar unos días lejos del mundanal ruido. Conducidos por nuestro simpático patrón Paulinho, que exprimía al máximo los 200 caballos de potencia de los motores, la primera parada tuvo lugar en las piscinas naturales de Moreré. A más de un kilómetro de tierra firme las formaciones coralinas permiten la existencia de bancos de arena que emergen casi hasta la superficie y que rodeados de arrecife reúnen las condiciones óptimas para el baño en un entorno auténticamente paradisíaco.

Después de hacer un poco de buceo en los arrecifes de Moreré poblados de peces de bellos colores, nos dirigimos a las playas de Cueira y Tassimirim, a través de las cuales caminamos hasta la Boca da Barra. Tassimirim fue sin duda la playa más espectacular que tuvimos la oportunidad de disfrutar en todo el Estado de Bahía. Desierta, de hermosa arena blanca, protegida del oleaje por arrecife coralino y adornada por enormes palmeras que parecían querer invadir la playa, no tiene nada que ver con los mediocres arenales próximos a Salvador. Tras comer en plena playa de Boca de Barra, “camaroes” por menos de 40 reales dos personas, lugar donde desemboca el Río do Inferno que separa las islas de Tinharé y Boipeba, nuestro barco siguió río arriba rodeando la Ilha de Tinharé de sur a Norte camino de Morro de Sao Pulo. El sol que había presidido toda la jornada fue oscurecido por negras nubes que descargaron con fuerza mientras

remontábamos la zona de manglares. Uno vez cesó la lluvia atracamos en el pueblo de Cairú antes de llegar al puerto de Morro alrededor de las 6 de la tarde. Agotamos el día siguiendo la deliciosa rutina del día anterior cenando en la calle principal y terminando la noche en los bares de la Segunda Praia. Después de un sueño reparador decidimos despedirnos de Morro de Sao Paulo, disfrutando unas horas en la desbordante la Quarta Praia. Todavía parece que tengo en la retina la imagen de las aguas trasparentes y calmas de las piscinas naturales, de la arena blanca, de aquel cielo tal azul y de las exuberantes palmeras… Bañarse en las cálidas aguas de las piscinas naturales saboreando una fría agua de coco fue una buena forma de decir adios, o quien sabe si hasta pronto a Morro de Sao Paulo. Antes de irnos comimos un buen badeixo- pescado- en Sabor da terra por 40 reales, para luego recoger nuestras pertenencias en la pousada, donde tuvieron la deferencia de dejarnos la habitación hasta bien entrada la tarde. En el puerto tomamos la lancha rápida y tras un recorrido de casi dos horas por el río llegamos a Valença cuando ya había anochecido. Llamamos a un taxi que por 8 reales nos dejó en la rodoviaria. A las 21.20 subimos al bus -45 reales por persona- que nos conduciría tras transitar toda la noche rumbo sur a la animada localidad de Porto Seguro, nuestra última parada en tierras brasileñas.

Mas info de Hotel Praia do Encanto en Morro de Sao Paulo

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